Las instituciones financieras en América Latina y el Caribe tradicionalmente han servido a gente con recursos, dejando la gran mayoría de la población en la región sin acceso a sus servicios, como crédito y cuentas de ahorros. Esta tendencia de exclusión no solo resuelta en oportunidades perdidas para la creación de capital por parte de las familias de bajos ingresos y los empresarios, pero también para los bancos privados que pierden oportunidades de negocios para entrar en un mercado con gran potencial de crecimiento.
En una conferencia reciente del BID para lanzar la iniciativa Oportunidades para la Mayoría el panel sobre democracia financiera, una de las seis áreas prioritarias del esfuerzo, exploró las causas e implicaciones de la falta de acceso a servicios financieros formales para la mayoría de los habitantes de la región, así como el tema de microcrédito.
Los panelistas incluyeron Alfonso Prat-Gay, ex presidente del Banco Central de Argentina; Maria Otero, la presidente de Acción Internacional, USA; Vicente Cruz, Presidente de Banco del Desarrollo de Chile; Ignacio Sánchez-Asiaín, Gerente General de América Sur Grupo BBVA España; y Rolf Hüppi, fundador de Paralife, Switzerland. La sesión fue moderada por Richard Lapper de The Financial Times.
Prat-Gay dio un repaso general a las fallas del mercado que afectan la habilidad de los pobres para conseguir crédito, en términos de la falta de colateral, así como la incapacidad de las instituciones financieras para identificar si la gente puede pagar o no en la ausencia de información básica como historias de crédito.
Teniendo en cuenta estas fallas del mercado, las ONGs han estado cerrado la brecha en la provisión de microcrédito a la población de bajos ingresos y básicamente han creado una industria para un sector al que no llegaban los bancos formales, dijo Maria Otero de Acción Internacional.
Sin embargo, en los últimos catorce años, añadió, la microfinanzae s cada vez más comercial, con 50 instituciones microfinancieras abriendo sus puertas en América Latina, 20 bancos comerciales ampliando sus operaciones a las microfinanzas y 60 ONGs proveyendo estos servicios financieros. Además, las 50 instituciones microfinancieras y los 20 bancos comerciales cuentan con alrededor de un 80% del portafolio prestatario a los microempresas en la región.
A la vez que la industria microfinanciera ha crecido, especialmente en los últimos cinco años, los panelistas estaban de acuerdo que la promoción del valor económico de este mercado y la amplificación del espacio comercial de los bancos tradicionales dentro del sector son sumamente importantes en crear más acceso a microfinanzas y a otros servicios financieros.
Sánchez-Asiaín del BBVA afirmó que a los bancos tradicionales le falta conocimiento del mercado de la “base de la pirámide” y se necesitarán grandes inversiones en la tecnología para que un modelo de negocios funcione en este sector, un sentimiento que también compartieron otros panelistas.
Las características de la base de la pirámide son distintas a las de los otros sectores de la sociedad, una realidad que muestra la necesidad de repensar los modelos de negocio y planteamientos para entender y alcanzar este mercado efectivamente, enfatizó Prat-Gay. De igual forma, los panelistas expresaron la necesidad de mejorar los marcos regulatorios existentes para promover la amplificación de microfinanzas en la base de la pirámide, sugiriendo incentivas para las ONGs a incorporarse en la regulación financiera.
Aunque el éxito de microcrédito ha demostrado que la gente pobre puede pagar sus créditos, sólo una fracción de todas las microempresas ha conseguido préstamos, una realidad que muestra que todavía falta mucho trabajo para hacer hacia la promoción de la democracia financiera en la base de la pirámide económica.