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La pobreza vista en términos de desarrollo humano

América Latina no es tan pobre. La región cuenta con bases importantes para alcanzar el éxito económico: riquezas naturales, una alta población urbana, tasas bajas de analfabetismo, niveles altos de igualdad de género, y geográficamente hablando, es impresionantemente costera, miles de kilómetros de salida al mar que pueden abrir muchas puertas al comercio y la globalización. Tal afirmación la hizo Jeffrey Sachs durante su reciente presentación en el Foro de las Américas del BID, Próximos pasos en la lucha contra la pobreza.

Adicionalmente, cuando se revisa el Indice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas en la región, mediciones basadas en el peso del promedio del ingreso per cápita, expectativas de vida y tasas de alfabetización, América Latina sale mejor ubicada que Africa y muchos países de Asia. No existe hambruna, el SIDA no es tan desbastador como en Africa, la mayoría de la región no tiene problemas de guerra, terrorismo o problemas serios de malaria, las tasas de pobreza extrema se han mantenido estables en 9 por ciento en los últimos 20 años y las tasas de mortalidad materno-infantil han sido reducidas.

Sin embargo, cuando se compara el PIB per cápita de la región con el índice de calidad de vida, el ingreso de la población es mucho más bajo y emerge un patrón de estancamiento económico. ¿Cómo se explica que América Latina no haya alcanzado las expectativas de crecimiento económico si ha podido lograr avances importantes en mucho de los indicadores de desarrollo humano?

De acuerdo con Sachs, son dos los factores principales que contribuyen al sombrío panorama económico que confronta la mayoría de América Latina: la inequidad persistente y la falta de énfasis en el rol que se le asigna a la ciencia y la tecnología en la dinámica del desarrollo económico.

En los últimos 20 años, América Latina se ha enfocado en la implementación de reformas orientadas al mercado de apertura comercial y desarrollo industrial, algo que Sachs ve como insuficiente si no se le asigna un rol prioritario a la ciencia y la tecnología. En comparación a las economías de rápido crecimiento en Asia, donde la inversión en investigación y desarrollo es alrededor de 3 por ciento del PIB, en América Latina, ésta se ubica en  0,5 por ciento del PIB.  La inversión en tecnologías para el desarrollo agrícola se encuentra entre las más bajas del mundo, a pesar de la importancia del sector agrícola en la región.

Sachs, sin embargo afirma que mientras el enlace entre ciencia, tecnología y desarrollo ha sido minimizado en América Latina, la región está “madura para avanzar”,  citando como ejemplo una mayor inversión en educación como vía para alcanzar su meta, así como para reducir la inequidad.

Mientras los indicadores de calidad de vida para la región en su conjunto han mejorado en las últimas dos décadas, todavía existen focos de pobreza extrema que merecen ser atendidos de manera diferente, especialmente en Haití y en los altos andinos y de Centroamérica.
Las condiciones en Haití son mucho más parecidas a las del Africa subsahariana que a las existen en América Latina. Haití ha sido padecido de la mayor negligencia en el hemisferio en las dos últimas centurias. De igual manera, las zonas andinas y centroamericanas más elevadas se encuentran rezagadas en su búsqueda de lograr los objetivos de desarrollo del milenio en comparación al resto de América Latina.

Jeffrey Sachs concluyó su presentación hablando acerca de una área donde América Latina pudiera ser líder: el medio ambiente. Entender la actual dinámica ambiental de cambios climáticos y calentamiento de la tierra, sobre como éstos van a afectar la región y sobre las respuestas apropiadas a tales retos, es clave. Mientras Africa está concentrada en como sobrevivir y Asia es demasiado grande, diversa y ambientalmente incoherente como para tomar el rol de liderazgo del tema, América Latina debería tomar la iniciativa, acotó Sachs.

 

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