La fabricación más rentable de una democracia es la fabricación de demócratas, planteó el escritor y académico español Fernando Savater en una reciente charla en la sede del BID en Washington, D.C. “Educar cuesta mucho”, agregó, “pero no educar cuesta mucho más”.
El concepto que tiene Savater de la educación trasciende la mera instrucción o preparación para el mundo laboral. Debe ser, sobre todo, una preparación de ciudadanos. “El ciudadano de una democracia no es un producto natural, sino que hay que cultivarlo”.
La información en sí misma se ha vuelto menos importante en la educación formal. “Hace cien años el niño que iba a la escuela desconocía las cosas”, explicó Savater. “Ignoraba los secretos del sexo, del poder, de la violencia, y la educación era la revelación gradual de esas realidades”. Hoy los niños han recibido esa información de los medios de comunicación desde mucho antes de ir a la escuela. El niño ya está informado, y la escuela ya no es la reveladora de secretos sino la instancia que enseña a procesar esa información que ya tiene.
“Una computadora con acceso a Internet es una vía de información pero no de educación”, prosiguió Savater, quien enseña Ética en la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito medio centenar de libros, incluyendo ensayos, novelas y obras de teatro, la mayoría con el tema recurrente de la complejidad de los dilemas morales, la dificultad de distinguir lo bueno de lo malo en un mundo cada vez más confuso.
En este contexto, la ignorancia no es la ausencia de conocimientos específicos –“en tal caso todos seríamos ignorantes”--, sino la inhabilidad de algunos de comunicar ideas y demandas, o de entender lo que les comunican.
Muchas veces, en el intento de ampliar la cobertura educativa, se comete el error de bajar los estándares de calidad. “Queremos que la educación sea como un restaurante de cinco estrellas”, señaló, “pero a veces lo que está disponible para todos es la McDonalización de la educación”.
Un problema que requiere permanente atención es que la mejor educación escolar suele ser un privilegio de quienes menos la necesitan, agregó el especialista. Los niños de clases media y alta son criados en hogares donde los libros, la cultura, los viajes y la conversación abundan, donde se estimula el aprendizaje. Los niños que más tienen necesidad de una buena educación fuera del hogar son precisamente quienes no pueden pagarla. “La educación es una lucha contra la fatalidad social, para que el hijo del pobre deje de ser pobre y el hijo del ignorante no sea ignorante”.
La educación es también, a nivel individual, la capacidad de cambiar, independiente del nivel socioeconómico u otra clasificación demográfica. En tono de broma, pero con seriedad, Savater dijo que muchos “se precian de ser impersuadibles. Hay gente que se enorgullece de pensar siempre lo mismo, de no haber cambiado nunca de opinión, desde los 17 años. Eso sólo prueba que no sabían pensar a los 17 y no saben pensar ahora”.
La educación debe suscitar un carácter capaz de entrar en el mundo de la argumentación y la persuasión, la posibilidad de persuadir y ser persuadido, observó Savater. “Muchos de los brotes de violencia en el mundo de hoy derivan de esta inhabilidad para comunicar demandas sociales y la inhabilidad para comprender las demandas sociales que están siendo comunicadas”.
Consultado acerca de la vastedad de la tarea y la desesperanza que se siente al no poder cambiar las cosas, Savater, quien fue invitado a dar su charla por invitación del Centro Cultural del BID y la Embajada de España, tuvo una respuesta rápida. “Muchas veces la desesperanza es ganas de descansar”, planteó. “Entre los que no hacen nada, están los optimistas y los pesimistas. Unos dicen que todo se va a arreglar solo y los otros dicen que es imposible arreglar nada”.
Históricamente, el financiamiento del BID ha ayudado considerablemente a ampliar la infraestructura física de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe. Más recientemente, el propósito se ha orientado a mejorar la calidad, equidad y eficiencia de la educación a través de trabajos más selectivos. Ellos incluyen componentes de fortalecimiento institucional, especialmente los relacionados con la planificación y gestión del sistema educativo, el desarrollo curricular, la producción y distribución de libros de texto y la capacitación y equipamiento de los profesores.