
Abril 29, 2019
Seguro que has estado horas esperando a que se descargue un archivo de Internet. O semanas hasta que llegue un paquete a casa, tras pasar por las aduanas de origen, tránsito y destino. O conducido una cantidad absurda de horas para recorrer una distancia de sólo un par de cientos de kilómetros.
El diagnóstico es claro: para competir en la economía global, los países de América Latina y el Caribe necesitan mejores carreteras, puertos, redes de energía, conexiones de internet, antenas telefónicas y terminales aéreas que estimulen la economía de la región.
La brecha de inversión en infraestructura asciende al 2,5 por ciento del PIB de la región, lo que se traduce en 150.000 millones de dólares por año, según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). América Latina también se queda atrás en calidad, ocupando el quinto lugar entre seis regiones por delante del África subsahariana. Quienes hacen las políticas públicas saben que necesitan invertir más en infraestructura, pero no necesariamente en qué tipo.
Entonces, ¿debemos construir más fibra óptica o mejores sistemas de alcantarillado? ¿Más puertos o antenas de telefonía celular? ¿Más carreteras, sistemas de metro o pasos fronterizos?
Para responder a estas preguntas, el BID analizó la interacción entre el crecimiento económico y la infraestructura en su último informe macroeconómico: Construir oportunidades para crecer en un mundo desafiante.
Interactivo: escoge un país y mira cómo invierte en relación a su PIB
Los investigadores analizaron cómo Argentina, Bolivia, Costa Rica, Chile, Jamaica y Perú invirtieron en energía, transporte, telecomunicaciones, y agua y saneamiento. Descubrieron que, en promedio, el no invertir en nueva infraestructura costaba a los seis países aproximadamente 15 puntos porcentuales de crecimiento, si las brechas persistían durante 10 años. En números simples, esto equivale a una pérdida aproximada de 900.000 millones de dólares para toda la región, una cifra similar al PIB de Turquía, Indonesia o los Países Bajos.
Los investigadores también analizaron datos de casi 70 países para ver cómo el transporte, la energía y la construcción afectan la productividad laboral en la industria, el comercio o los sectores agrícolas. “Descubrimos que la productividad laboral en la agricultura, por ejemplo, se beneficiaría de las inversiones en los tres sectores relacionados con la infraestructura: transporte, energía y construcción”, dice Eduardo Cavallo, uno de los coordinadores del informe macroeconómico y economista del BID.
Pero esto no ocurre igualmente, agrega Carvallo. Un aumento del 1 por ciento en la productividad del transporte aumentaría la productividad agrícola en un 1,2 por ciento, mientras que un incremento del 1 por ciento en la productividad de los servicios públicos elevaría la productividad agrícola en sólo un 0,5 por ciento.
¿Qué significa esto? Que un productor de aguacates o paltas en México se beneficiaría tanto de mejores caminos como de energía más barata, pero ganaría más con mejores carreteras. Gestionar bien estas variables puede hacer que la economía mexicana sea más productiva en general. En el caso de la manufactura, se estima que un aumento del 1 por ciento en la productividad de la construcción ayudaría a subir la productividad en la industria manufacturera en un 0,42 por ciento.
“En resumen, las inversiones en el sector de servicios públicos ayudan a que la agricultura y la minería sean más productivas a largo plazo”, dice Alejandro Izquierdo, quien ha estado trabajando en el área de infraestructura en el BID. “Las inversiones en transporte son particularmente útiles para la agricultura. Y las inversiones en construcción son relevantes para el crecimiento de la productividad en todos los sectores económicos, excepto para la minería”.
Los investigadores ahora están explorando si los datos agregados obtenidos de muchos países también se aplican a un país específico, dadas sus características únicas. “La evidencia a nivel sectorial de nuestra muestra mundial proporciona una hoja de ruta en cuanto a qué inversiones en infraestructura son mejores para qué sectores económicos”, dice Izquierdo. “Ahora necesitamos contrastar esta evidencia con los datos específicos del país para confirmar que estas asignaciones de inversión son correctas. Por eso ahora estamos realizando estudios de casos piloto, como en Argentina, para idear estrategias de inversión en infraestructura bien fundadas ", dice Izquierdo.
Una vez que se completa este ejercicio, agrega Izquierdo, el paso final es mirar los planes de inversión pública de un país para ver si están alineados con los hallazgos de los estudios. "En tiempos de presupuestos ajustados, cada dólar de inversión cuenta", dice.
¿El potencial beneficio? Si los países incrementaran la inversión en infraestructura para cerrar las brechas con los países desarrollados agrupados en la OCDE, el crecimiento de la productividad en toda la economía podría aumentar en un 75% con respecto al promedio histórico.
Esto significa que el ingreso per cápita de la región podría duplicarse en casi la mitad del tiempo, señala Izquierdo, y de paso asegurar el crecimiento, aún cuando las recesiones y las dificultades económicas son cada vez más recurrentes en América Latina.
Revisa el informe macroeconómico completo y por país aquí.
