La pobreza es un fenómeno multidimensional caracterizado por la presencia de necesidades básicas insatisfechas que son resultado de una gran cantidad de factores. La pobreza es, al mismo tiempo, causa y consecuencia de la exclusión social. Esta última se entiende como la situación que impide que las personas alcancen un nivel mínimo de bienestar, desarrollen su potencial y participen en igualdad de condiciones en la vida social, política y económica. La edad, la pertenencia étnica, el género, la condición de dependencia y la exposición a violencia familiar son algunos de los factores asociados con la exclusión social.
Nuestra misión es promover que todas las personas alcancen un nivel mínimo de bienestar, desarrollen su potencial y participen en igualdad de condiciones en la vida social, política y económica.
La División de Protección Social y Salud del BID tiene como meta promover la inclusión social de las personas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad, así como apoyar niveles mínimos de consumo de la población en pobreza extrema mediante esquemas que favorezcan el desarrollo de las capacidades de cuatro grupos de la población.
Los niños más pequeños necesitan interacciones de buena calidad y oportunidades de aprendizaje. Estas pueden darse en el hogar o en centros de atención que apoyen su desarrollo cognitivo, de lenguaje, socioemocional y motor. Esto promueve un buen comienzo en la vida.
Apoyamos a los países en el fortalecimiento de los servicios de cuidado infantil y de las intervenciones de trabajo con familias para promover el desarrollo infantil de calidad, en especial para los niños que viven en situación de pobreza o vulnerabilidad.
Los jóvenes necesitan servicios que promuevan el desarrollo de sus habilidades cognitivas y de sus competencias socioemocionales, que son necesarias para lograr una inclusión social efectiva.
Orientamos las inversiones en el fortalecimiento de la capacidad de planeación, implementación y evaluación de políticas de inclusión social para jóvenes en condición de pobreza o vulnerabilidad, enfatizando el desarrollo de habilidades socioemocionales para lograr transiciones positivas a la vida adulta.
Las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad que además viven en condición de dependencia deben tener acceso a servicios de cuidado para mejorar su calidad de vida, asegurar su autonomía en la medida de lo posible y reducir la carga de cuidados para sus familias.
Buscamos garantizar que los servicios de cuidado que reciben sean de alta calidad, avanzando en la definición de mecanismos de financiación, de alternativas de prestación, de estándares para los prestadores y de competencias para el personal que se encarga de brindar la atención.
Es esencial contar con programas redistributivos eficientes que focalicen los beneficios en quienes más los necesitan. Además, es preciso fortalecer el desarrollo de capacidades de las familias en pobreza extrema para que puedan acceder a las oportunidades generadas por el crecimiento económico.
Dirigimos la inversión al análisis, desarrollo y evaluación de innovaciones operativas en las políticas y programas redistributivos, incluyendo los programas de transferencias monetarias condicionadas para mejorar su eficiencia redistributiva y sus impactos en términos de acumulación de capacidades.