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Creando resiliencia al cambio climático en los Pequeños Estados Insulares en el Desarrollo (SIDS)

Este documento evalua el rol del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su respuesta frente al cambio climático en el Caribe durante el periodo 2004-2013. El reporte analiza las principales vulnerabilidades, amenazas y oportunidades que enfrentan los nueve países del Caribe (Bahamas, Barbados, Belice, República Dominicana, Guyana, Haití, Jamaica, Surinam y Trinidad y Tobago), discute la estrategia del BID y el programa de facto para afrontar dichos retos y presenta estudios de caso del papel del BID en Barbados, República Dominicana y Haití.

El cambio climático presenta importantes amenazas a todos los estados caribeños, a pesar de la mínima contribución de estos países a las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI)

Debido a su tamaño y ubicación, los SIDS del Caribe son particularmente susceptibles a los impactos del cambio climático. Siendo economías en desarrollo que dependen de sectores vulnerables a los patrones climáticos (como el turismo, la agricultura y la pesca), las naciones del Caribe se verán seriamente afectadas por el continuo aumento del nivel del mar, por los cambios en los patrones de lluvia y temperaturas y por la creciente magnitud de los desastres naturales identificada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

A pesar de las numerosas diferencias entre las naciones del Caribe, el cambio climático plantea amenazas serias a todas ellas. De acuerdo con el IPCC, las temperaturas promedio en la región se han incrementado entre 0.1° y 0.2°C cada década, a lo largo de las últimas tres décadas. Los patrones de lluvia en la región han cambiado, y se espera un aumento en el número de días secos consecutivos. Adicionalmente, el nivel del mar ha aumentado a una tasa de entre dos y cuatro centímetros por década lo largo de los últimos 33 años, patrón que representa graves riesgos para los valiosos recursos de agua dulce de la región y para la población costera que depende del turismo y la agricultura.

En cuanto a abordar la amenaza del cambio climático en el Caribe se refiere, el costo de la inacción es significativo. Las proyecciones indican que las pérdidas anuales podrían alcanzar US$22 billones para 2050, lo que representa aproximadamente el 10% de la economía del Caribe en la actualidad. Más aún, los recursos dedicados a enfrentar el cambio climático ayudarían a la región a reducir su dependencia de combustibles fósiles y su exposición a la variación en los precios de estos, generando ganancias en términos de mitigación.


Según las Naciones Unidas, el SIDS se define como islas y países costeros de baja altitud que comparten retos similares para el desarrollo sostenible.


El BID ha añadido valor en mitigación y adaptación al cambio climático en el Caribe, ya que es uno de los principales socios de la región en estos temas

En términos de combinar diferentes instrumentos con el fin de impulsar políticas clave, y promover la resiliencia frente a los impactos del cambio climático (avanzando a la vez hacia economías de bajo carbono), el programa del Banco ha sido estratégico e innovador en algunos países (Barbados, República Dominicana, Guyana y Trinidad y Tobago). Con relación a actividades de mitigación, el valor agregado del BID en el Caribe se ha sustentado en el apoyo a reformas sustantivas de política que buscan fomentar medidas de eficiencia energética y energía renovable a través de préstamos basados en políticas, así como en la promoción de un enfoque integrado de manejo de zonas costeras que combina inversiones en infraestructura física con generación de conocimiento en términos de adaptación. A pesar de estas intervenciones, el Banco no cuenta con una estrategia regional que guíe el apoyo a los SIDS del Caribe en estos temas. En lugar de esto, las estrategias de país han sido el principal vehículo para enfrentar estos desafíos, lo que conlleva diferencias en las prioridades a lo largo de la región.

Cartera de adaptación y mitigación al cambio climático por país

Fuente: Cálculos de OVE.

La cartera estuvo distribuida uniformemente entre adaptación y mitigación, en contraste con otras regiones en donde la mitigación ha recibido mayor atención. De los US$488 millones aprobados en adaptación, 31% estaba destinado a la preparación de políticas y leyes, fortalecimiento institucional e investigación, mientras que el 69% restante buscaba financiar inversiones en infraestructura de protección y acciones de recuperación ex post. De los US$548 millones utilizados para mitigación, el Banco ha comprometido casi la misma cantidad de recursos tanto al diseño de políticas (47%) como al financiamiento de inversiones (53%, dirigido a obras de rehabilitación en los sectores de energía y transporte, pilotos en eficiencia energética, proyectos en energía renovable y en producción de energía a partir de residuos y al financiamiento de mecanismos para apoyar proyectos de energía sostenible).

Con casi US$700 millones desembolsados entre 2004 y 2013, los préstamos y donaciones relacionados con cambio climático representaron en montos un 11% de la cartera total del Banco en el Caribe y un 25.4% del mismo total con respecto a número de operaciones en el periodo analizado. En términos de sectores, la actividad del Banco se concentró mayormente en apoyar la energía sostenible (40% del portafolio de cambio climático), seguida por el apoyo a agricultura y silvicultura (26%) y a la Gestión de Riesgos de Desastres y el manejo de zonas costeras (17%). La mayor parte del portafolio, a nivel de valores monetarios, se concentró en tres países: Trinidad y Tobago, Haití y República Dominicana.

Cartera de adaptación y mitigación al cambio climático por sector

Fuente: Cálculos de OVE.

La evaluación de OVE de los casos de estudio seleccionados presenta tres enfoques particulares del apoyo del BID con relación al cambio climático en contextos disímiles

Para poder entender mejor el impacto del cambio climático en la región OVE llevo evaluaciones comprehensivas en tres países: Haití, República Dominicana y Barbados.

Barbados. Con sus playas de arena, arrecifes y un rico ecosistema costero que atrae a más de 1.1 millones de visitantes al año, el turismo es fundamental para la economía de Barbados. El turismo constituye indirectamente un 39% de PIB del país y emplea a un 38% de la fuerza laboral. Adicionalmente, más del 50% de los habitantes de Barbados viven en la costa o cerca de la costa y un 95% de las plantas y otras infraestructuras relacionadas al turismo también se concentran en estas zonas. Como resultado, el cambio climático y el aumento del nivel del mar pueden afectar considerablemente el desarrollo económico del país. El Banco y Barbados han trabajado conjuntamente por más de 30 años en el manejo de zonas costeras. El apoyo del Banco ha sido relevante en términos estratégicos y financieros, ya que por una parte ha fortalecido la capacidad institucional para analizar y planificar los impactos del asociados al aumento del nivel del mar, la erosión costera y la intrusión salina, y por otra ha promovido importantes obras de ingeniería que incluyen rompeolas, escolleras, trabajos de recuperación de playas y espolones. Específicamente, el BID ha apoyado el proyecto de mejoramiento en la playa de Holetown y el proyecto de mejoramiento en el malecón de Rockley a Coconut Court, los cuales implicaron 4.5 km de acceso continuo y seguro a la playa e incrementaron el volumen de playa en 16,000 m³. Aun cuando ha habido cuestionamientos sobre la sostenibilidad a largo plazo de estas inversiones por su alto costo de mantenimiento, los beneficios económicos y ambientales a mediano plazo son significativos. 

República Dominicana. La República Dominicana (RD), el tercer país del Caribe en términos de población y el segundo en términos de área, se encuentra expuesta a riesgos importantes que tienen como origen fenómenos naturales extremos. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, RD experimentó en promedio 1.6 desastres naturales por año entre 1980 y 2010, que afectaron a más de 87,700 personas y generaron pérdidas económicas que ascienden a US$84.1 millones anualmente. El cambio climático, que incluye un aumento en la intensidad de huracanes y de tormentas, sólo empeorará la situación. En este contexto, el enfoque propuesto por el Banco para mejorar los esfuerzos del gobierno local es notable en cuanto a su diseño: desde mediados de la década pasada, el BID ha adoptado una postura más integral con relación a la Gestión de Riesgos de Desastres, que incorpora evaluaciones de riesgo, identificación de necesidades asociadas a esfuerzos de prevención y respuestas a los desastres naturales que afectan al país. Asimismo, el Banco diseñó un set de herramientas que incluye un fondo de reservas, líneas contingentes de rápido desembolso y facilidades soberanas de seguros con el propósito de fortalecer la protección financiera y la preparación ante catástrofes. No obstante, la implementación se ha visto obstaculizada por la falta de apropiación a nivel político, lo cual puede comprometer el cumplimiento de los resultados buscados en caso de que suceda algún evento extremo severo.

Haití. Haití se encuentra dentro de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, debido a una combinación de factores que van desde su ubicación geográfica, deforestación y degradación de suelos hasta sus altas tasas de pobreza, baja capacidad institucional e inestabilidad política. En este contexto, el Banco ha estado apoyando medidas relacionadas con adaptación en el sector agrícola por décadas. En operaciones más recientes, se ha buscado apoyar no solo obras de infraestructura en áreas rurales específicas sino también programas más integrales en el sector, que combinan la gestión de desastres y el manejo de cuencas. Evaluar la efectividad del portafolio es difícil, dada la lenta ejecución de los proyectos (que se vio agravada por el terremoto de 2010) y que no ha permitido determinar mayores resultados. No obstante, El Banco recientemente ha hecho esfuerzos para mejorar la ejecución mediante el uso de donaciones con base en políticas, fortaleciendo el marco institucional del sector agrícola y promoviendo a su vez el uso sostenible del suelo.

A la luz de los hallazgos de este análisis, OVE recomienda lo siguiente:

1. Promover una estrategia regional para afrontar los desafíos del cambio climático en el Caribe y guiar a los países en el acceso a financiamiento climático global, a través del uso de instrumentos regionales que fortalezcan las capacidades de modelación climática y económica.

2. Adoptar una medida de adaptación para cuantificar o calificar el impacto (positivo o negativo) de las operaciones del Banco en su habilidad para fomentar resiliencia ante el cambio climático en el Caribe.

3. Fortalecer la clasificación que hace el BID de las operaciones relacionadas con el cambio climático para desarrollar una mayor comprensión del apoyo del Banco a la región, especialmente en adaptación.

4. Combinar mejor el manejo de zonas costeras con la gestión de riesgos de desastres y la planificación espacial sostenible.

5. Continuar explorando el uso de soluciones de mercado como instrumentos de cobertura ante los riegos y daños asociados al cambio climático, y como respuesta a eventos climáticos extremos.