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Salvados en el Gran Chaco

 

En la región del Gran Chaco Americano, el Río Pilcomayo tiene fama de ser un “río suicida”. Con una extensión de más de 1,000 km, el Pilcomayo sirve de frontera natural entre Bolivia, Paraguay y Argentina, y es el único río del mundo que corre el riesgo de “canibalizarse” a sí mismo.

Cuando las lluvias son intensas en la cuenca alta, el Pilcomayo arrastra tantos sedimentos que se acumulan hasta bloquear su propio cauce y causar desastrosas inundaciones.

¿Dónde está el Río Pilcomayo?

 

 

“Nunca sabemos por dónde va a salir el Pilcomayo”, dice Mauricio Moresco, un ingeniero agrónomo que trabaja como coordinador general del programa Gran Chaco PROADAPT. “Pero al menos, en las últimas inundaciones, no perdimos ni una sola vida”.

Mauricio hace referencia a las inundaciones históricas que afectaron principalmente a la provincia de Salta, en el norte argentino, a inicios de 2018. La crecida del río no solo anegó caminos, sino que además derribó cientos de hogares y causó la evacuación de más de 10.000 personas de las comunidades indígenas wichi, toba, chorote y tapiete. Las casas que no se cayeron quedaron hundidas en casi un metro de lodo.

 

Sistema de alerta

 

“Ha llovido como de las cinco de la mañana hasta las tres de la tarde, y aquí lo inundó todo, ché”, lamenta Víctor García, un ganadero de la comunidad de La Gracia. “Hacía años y años que no caía esa cantidad de agua”.

“Uno de los fenómenos que se evidencia con el cambio climático es que se dan lluvias muy localizadas: en poca superficie llueve una gran cantidad, y a veces en muy poco tiempo”, señala Mauricio. “Las estaciones meteorológicas no pueden captar esta información pluviométrica ya que están separadas entre sí por mucha distancia, y esto afecta muchísimo a las capacidades de las comunidades de alistarse”.

El Gran Chaco, una de las regiones más aisladas del planeta, abarca más de un millón de kilómetros cuadrados en el vértice que conforman Bolivia, Paraguay y Argentina. Tan solo la cuenca del Río Pilcomayo es tan extensa que, para las autoridades de la zona, era casi imposible alertar a todas las comunidades –principalmente dedicadas a la ganadería y a la apicultura– sobre la llegada inminente de una posible inundación.

“Si bien no teníamos conectividad entre estaciones, ni capacidad de alerta, ni suficientes datos meteorológicos, contábamos con un amplio tejido de redes sociales que ya existía en el Gran Chaco”, menciona Mauricio, quien comenzó a trabajar en la zona durante 2015, como parte de Gran Chaco PROADAPT. La iniciativa integró a redes de la sociedad civil, al sector privado y a los gobiernos de los tres países para ayudar a los pequeños productores del Gran Chaco a adaptarse a la realidad de un clima cambiante. 

PROADAPT es ejecutado por la Fundación Avina y cuenta con el apoyo financiero de BID Lab, el laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y el Fondo Nórdico para el Desarrollo.
 

 

 

Como punto de partida, la iniciativa integró el acceso a información meteorológica de más de 150 estaciones de medición en los tres países, e identificó las áreas remotas en las que sería necesario contar con el apoyo de los pobladores para recabar datos pluviométricos adicionales. Además se elaboraron mapas de riesgo a partir de la información territorial que brindaron las mismas comunidades, los cuales fueron contrastados con imágenes satelitales tomadas en los años de grandes inundaciones.

La integración de las redes meteorológicas fue un trabajo en alianza con diversos organismos oficiales de Argentina, Bolivia y Paraguay como el INTA, SENAMHI, DINAC, en el marco de una colaboración del FONTAGRO.

“Es esta combinación entre la ciencia, la tecnología y el conocimiento local que fue generando estos mapas, los cuales son clave para alertar a la población de las inundaciones”, apunta Mauricio. Tan solo el mapa de riesgo de la cuenca baja del río Pilcomayo abarca una superficie de aproximadamente 50.000 kilómetros cuadrados. “Ahora ya se podía saber con tiempo por dónde era probable que se fuera a mover el río”.

El proyecto también contempló el uso de nuevas herramientas para conectar a la población y extender las alertas. Junto al tradicional uso de radios comunitarias y de nuevas redes sociales como WhatsApp, PROADAPT desarrolló una app propia para recibir las alertas y obtener información pluviométrica de forma colaborativa.

“Con la app que se desarrolló, con el nombre de Adapp, estamos tendiendo una red de los mismos pobladores que informan sobre el registro de lluvia de su finca”, explica Mauricio. “Además tenemos que ir adaptándonos al cambio climático con nuevas prácticas y herramientas sobre cómo hacer ganadería, cómo hacer el mejor uso del agua. Y también estamos usando la app para la gestión de este conocimiento”.

 

 

En las inundaciones de 2018 en Salta, la integración de los datos de las estaciones meteorológicas, el sistema de alerta temprana, y la disponibilidad de mapas de riesgo fueron críticos en salvaguardar los medios de producción de los pobladores y, sobre todo, en salvar vidas humanas.

El aviso de alerta se pudo dar con cuatro días de anticipación en el área más afectada, y con más de quince días a las zonas de Salta y Formosa que luego fueron golpeadas por la creciente. Una gran parte de los pequeños y medianos ganaderos de las áreas inundadas pudieron retirar a tiempo más de medio millón de cabezas de ganado.

Los resultados de este proyecto se han convertido en insumos hacia la elaboración de un Plan Maestro para la Gestión Integrada de la Cuenca del Pilcomayo. Este nueva cooperación técnica del BID está enmarcada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. 

De cara al futuro, una de las asignaturas pendientes de Gran Chaco PROADAPT es trabajar más de cerca con las mujeres, quienes suelen dedicarse a la cría del ganado caprino en esta zona. “Queremos expandir el trabajo con mujeres para aumentar su participación en la toma de decisiones de adaptación climática, en el diseño y preparación de los mapas de riesgo, en la participación en los sistemas de alerta, y en la generación de conocimientos adaptativos en las líneas de producción”, señala Mauricio. 

 

 

Para Mariel Sabra, quien trabaja como especialista líder para BID Lab, Gran Chaco PROADAPT es una muestra de que la innovación no siempre depende del último avance tecnológico. “En esta zona de terrenos áridos, de territorios olvidados donde se concentran bolsones de pobreza rural, queremos acompañar procesos de a poco: no siempre hace falta usar la última tecnología pero producir cambios fenomenales de vida. Se trata de aportar también innovación social”, dice.

“Los casos rutilantes de mejoras en el desarrollo hablan por sí mismos. Hay que poner la mirada en aquellos que no siempre son mirados. Eso es parte de nuestra tarea de trabajar por el bien común”.

 

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