En el corazón de la capital de Surinam, el centro histórico de Paramaribo es un narrador de historias. Esta joya urbana, que se incorporó a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2002, cuenta con una arquitectura única que se remonta a los siglos XVI y XVII, y representa una combinación de técnicas de construcción holandesas y materiales propios de América Latina y el Caribe. Hubo un tiempo en que en sus calles floreció una vibrante vida cultural y social. Pero este periodo concluyó al producirse un severo deterioro urbano, social y económico.
“Paramaribo es una ciudad única en América Latina y el Caribe: su antiguo centro cultural fue construido casi completamente en madera, a diferencia de la mayoría de las ciudades de la región que son de piedra o ladrillo”, dice Duncan Brunings, secretario de la Fundación Elisabeth Samson House, una iniciativa del sector privado en el área del centro histórico. “Me encantan los edificios antiguos por sus líneas muy limpias. Son muy simétricos y destacan por los colores tradicionales que se utilizan. Madera para las paredes, verde oscuro para las ventanas y las puertas, y también ladrillos rojos en la parte inferior".
A pesar de sus extraordinarias características, el núcleo histórico de Paramaribo, junto con sus alrededores, han ido perdiendo rápidamente su brillo, como se detalla en estudios recientes. Si la situación persiste, la ciudad corre el riesgo de perder la denominación de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Por esta razón, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Gobierno de Surinam desarrollaron el Programa de Rehabilitación Urbana de Paramaribo, para diseñar e implementar acciones que reviertan la degradación material y estimular un proceso de revitalización sostenible.
Para ejecutar esta visión, el programa realiza intervenciones críticas: renovación de espacios urbanos y de edificios patrimoniales clave; gestión y mejora del tráfico; promoción de actividades económicas y residenciales, además del fortalecimiento institucional para la gestión del desarrollo sostenible de la zona.
En septiembre de 2019, tuvo lugar la inauguración del primer edificio histórico del programa: la reconstrucción del edificio del Parlamento, incendiado en 1996. En 2020, se espera la firma de contratos de obras para la renovación de al menos un edificio patrimonial más, y el diseño para la remodelación del área que se extiende frente al mar.
Hacer que la gente vuelva a vivir y disfrutar de la zona, así como impulsar los negocios locales, también juegan un papel muy importante en la revitalización del centro histórico.
Para Brunings, “Paramaribo, siendo la capital de Surinam, siempre ha sido una ciudad con una mezcla de usos: había edificios gubernamentales, oficinas públicas y negocios grandes y pequeños dentro del centro de la ciudad. Y hasta la década de 1950 también había mucha gente viviendo en el centro de la ciudad. Eso comenzó a cambiar durante las décadas de 1960 y 1970 cuando la gente comenzó a mudarse a las afueras, por lo que hoy en día Paramaribo está muy ocupado y lleno de gente durante el día, pero por las tardes se apaga por completo".
Lamenta que esto ocurra ya que "la ciudad tiene una belleza que se presta muy bien a otros usos fuera del horario comercial: usos recreativos o simplemente disfrutar de la belleza de los edificios".
Heerenstraat es una de las calles mejor conservadas del centro histórico, y es donde puede sentirse un impulso de revitalización: varios emprendedores y fundaciones han reconocido el valor histórico y el potencial de esta ubicación y han ubicado sus negocios en la calle. Esta arteria histórica ha estado al centro de actividades apoyadas por el BID en el marco del programa de rehabilitación.
El primer festival de Heerenstraat, que se espera pueda convertirse en una festividad anual, se llevó a cabo entre el 30 de septiembre y el 6 de octubre de 2019, en asociación con el Ministerio de Educación y Cultura de Surinam. El evento, que incluyó cine, gastronomía y arte, fue realizado por una organización privada local, The Back Lot, y con financimiento y coopeación técnica de BID Lab y el Laboratorio de Ciudades del BID.
“El propósito del festival era devolverle la vida al centro de la ciudad por un corto período de tiempo, para que la gente pudiera experimentar el potencial cultural y recreativo del centro histórico. Más de 20.000 personas disfrutaron de las actividades en un lapso de una semana, y todas se llevaron a cabo después del horario de oficina o los fines de semana”, dice Ruth Lanting, consultora de la División de Vivienda y Desarrollo Urbano del BID.
Más allá de cuándo podrá volver a realizarse, el festival ha dejado lecciones sobre cómo podemos interactuar socialmente al aire libre ante las restricciones y protocolos de seguridad de la pandemia. Proporciona también un modelo de enfoques inclusivos para la revitalización urbana a través de industrias culturales y creativas.
Para seguir avanzando en el trabajo del programa, en enero de 2020, el BID celebró talleres de "mejoramiento de áreas colectivas", en colaboración con BOP Consulting London. Los talleres, que tuvieron lugar en el área de Heerenstraat, facilitaron un proceso participativo, en el que las organizaciones y empresas de la icónica calle exploraron cómo pueden trabajar juntas para mejorar el área para todos.
Brunings ve un gran mérito en esto, pues dice que antes de los talleres existía muy poca acción colectiva. "El proyecto realmente proporcionó un punto de partida para el diálogo entre estos diversos grupos de personas que actualmente viven y trabajan en esta área, que es única por cómo captura la belleza de la arquitectura tradicional de Surinam".
Fuera de los talleres, las partes interesadas identificaron planes concretos para, entre otras cosas: mejorar el alumbrado público y desarrollar la accesibilidad peatonal, además de mejorar la señalización de bienes históricos, proporcionando información sobre los edificios y las familias que han vivido en ellos. “Creemos que, a medida que ejecutamos estos proyectos, juntos ganaremos en confianza y atraeremos a más gente local para apoyar el proyecto”, dice Brunings.
Brunings trabaja con la iniciativa independiente del sector privado, la Fundación Elisabeth Samson House, un actor clave en Heerenstraat en las conversaciones y el trabajo de revitalización. Para Lanting, la iniciativa cuenta con el apoyo del BID pues se suma a los mismos objetivos que el programa.
La Casa Elisabeth Samson fue en el pasado la propiedad de una rica propietaria afro-surinamesa de una plantación de café del siglo XVIII. La opulenta vivienda que mandó construir en el centro histórico será renovada por la fundación y convertida en un nuevo museo que podría atraer a muchos visitantes.
“Dentro de ese gran edificio tendremos dos pequeños museos: uno dedicado a la vida y obra de Samson, y otro dedicado al desarrollo del empleo en el país, porque hasta hace poco el Ministerio de Trabajo estaba alojado en este edificio”, dice Brunings. “El segundo piso se convertirá en un espacio para eventos que generará ingresos”.
De cara al futuro, pese a los múltiples desafíos para el progreso del programa que ha presentado la pandemia, resulta de buen augurio la comunicación digital y la colaboración lograda entre apasionados empresarios locales y socios gubernamentales entusiastas.
“Queremos continuar las discusiones utilizando medios digitales para decidir qué queremos hacer y cómo vamos a tratar de llevar adelante estos proyectos, aunque el COVID-19 será un gran factor que reduzca la posibilidad de conocer gente y realizar vastos eventos”, dice Brunings.
Lanting afirma: “Pese a su actual estado de decadencia, el BID ve el potencial de esta hermosa ciudad histórica y alienta a todos los que piensan de manera similar a continuar sus esfuerzos hacia la revitalización física, social y económica. Esperamos trabajar juntos continuamente para lograr este propósito ".
Descubre el trabajo del Laboratorio de Ciudades del BID haciendo aquí.