Durante el proceso creativo de la obra, la artista experimentó un viaje personal que le permitió descubrir un nuevo espacio, o lo que ella entendió como un nuevo futuro. El mural es un retrato de Rose, quien, inmersa en su comunidad, observa este nuevo futuro. El Caribe, y el resto de las Américas, es un rico crisol de culturas, lenguajes y tradiciones. La visión de la artista, que se manifiesta en el extremo derecho del mural en el segundo piso, es la de una comunidad unida por el entendimiento, la identidad, el conocimiento, la igualdad y la energía. Este mural representa la aspiración y el deseo de sentirse en casa dentro de una comunidad que comparte un sentido común en términos de igualdad, ideas y armonía.